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¡Ya es primavera!

La primavera ha llegado, aunque sería más correcto decir que ha explotado. Ha explotado en un verdor exuberante que nunca deja de asombrarme. La luz dorada del sol no sólo calienta el cuerpo, sino también el al alma.

De repente me entran ganas de cantar, cosa nada inusual en mi  que siempre llevo una canción pululando en mi cabeza, pero mi acostumbrado tarareo se me hace insuficiente, y espero los pocos momentos de soledad que tengo para dar rienda suelta a mis cuerdas vocales. Se nota que hace mucho no las uso. La voz me sale perezosa, ronca y los agudos me fallan estrepitosamente, pero da igual, no tengo público que me escuche.

Me encanta pasar bajo el sauce llorón (¿porqué se llamará así?) que está frente a la casa y sentir  sus hojas acariciando mis mejillas. Y en el parque, el césped sembrado de mil margaritas me invita a quedarme tumbada viendo el cielo por tiempo indefinido, adivinando las figuras en las escasas nubes que osan manchar ese azul infinito, mientras me pregunto si esto es la felicidad.(Si, así de tonta me pone la primavera)

A mis oídos llegan ecos de conversaciones. Los que pasan están ocupados en sus asuntos, cosas de vital importancia : la compra, los hijos, la crisis, el paro, la bolsa, el caso Gürtel… y de repente me siento realmente tonta. Hay tanto por hacer , tanto porque preocuparse, tanto de que angustiarse, tanto que arreglar en este mundo desquiciado…Y eso, sin mencionar el descalabro de mi vida  personal… Pero me doy cuenta de que en ese preciso momento realmente no me importa. Yo seguiré ahí tumbada aspirando el olor a hierba fresca, con el tibio calor del sol acariciando mi piel  y sintiéndome egoístamente feliz.